lunes, 21 de noviembre de 2016

ODA AL NOVIO

Hoy os quiero dejar, lo que para mí ha sido algo mágico. Poder ser el padrino (de noviazgo) de mi primo. Todo un verano siguiéndole la pista a un cochino, y a finales del mes de agosto, por fin nos hicimos con tan digno animal. Sin tener un trofeo exagerado, se convirtió en una noche medalla de oro. Agridulce sensación la de hacernos con él, por saber que ese amor de verano, que me encendía en pasión, había llegado a su fin. Gracias a todos los que hicieron utópica esta noche, y por supuesto a ese maravilloso cochino, que tantos días me burló y me quitó el sueño.

La luna llenaba
Y el campo nos llamaba.
El calor nos acompañaba,
En tan grandiosa acampada.

Tras la primera noche fallida,
Las copas fueron servidas,
Y con el alba amecían
Esas tórtolas esquivas.

La noche se adentraba
Y el puesto nos tapaba,
Ni un sonido se escuchaba
Por lo que la casa fue habitada.

Entrada la madrugada
El sofa se convirtió en cama,
Hasta que un sonido nos despertaba,
Con noticias inesperadas,
“Está sonando el bidón”
Frase que se nos clavó en el corazón.

Vestidos y con el rifle cargado,
Este gran rececho fue empezado,
Por la verea casi flotábamos,
Sin ruido caminábamos.
Paso a paso y primo con primo,
Hasta que el bidón sonaba,
Delante de nuestras caras.

Lo que alli sucedió,
En el campo quedó.
Tan solo un testigo presenció,
Cómo Pablo, en aguardista se convirtió.

Con temple y mesura,
Afrontaba la situación,
Y cada vez más cerca
Hasta que el guarro se vislumbró.
Desde el acero observando,
Cómo se iba caminando,
Encomendádonos a la providencia,
Para que diera la vuelta.
Qué sería que ésta nos escuchó,
Y el comensal, a la mesa regresó.

Un baile entre prismáticos y visor,
Al cazador no le valió,
Que musitando se quejaba,
Porque la silueta no encontraba.
Tras unos quince minutos de rigor,
Por fin la danza cesó,
Y por detrás de la cruz,
Movimiento vió.
Terciado hacia el bidón,
El guarro su panza llenó.
El cazador con tesón,
El seguro quitó,
Y a la orden de un servidor,
Se preparó para la detonación.

El guarro que se giró,
De frente nos miró.
Su ultima imagen vió,
La de un cazador que la batalla le ganó.
Corría desorientado,
Con un tiro muy bien pegado,
Y pocos metros le faltaron
Hasta caer fulminado.

Lugar de reunion,
Donde exanime quedó,
Y tras muchas fotografías,
Comenzaban las perrerías.
En la casa continuamos,
Con el jolgorio empezado,
Dando fin a un lance,
Al que el recuerdo dio alcance.

La noche fue inolvidable,
Y entre copas y carcajadas,
A más de uno le llego la mañana,
Encendiendo las luces al que dormitaba.
El novio emocionado,
Reía ilusionado.

Sin duda una noche para recordar,
Y que siete magnificos supieron celebrar.
Prometimos regresar,
Para poder disfrutar,
De esas noches de risas y caza,
Siempre con gente de la casa.
Y como punto y final,
Que éste relato muestre
Una frase del mas rupestre,
“el día que matemos ya va ser la hostia”

Gracias por leer, Ignacio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario